El objetivo de esta ponencia es analizar las instancias de adoctrinamiento de los cuerpos femeninos y feminizados que son resignificados como territorios de luchas (Segato, 2016) y que nos permiten encontrar lazos entre el pasado y el futuro distópico imaginado por la autora argentina Agustina Bazterrica en Las Indignas (2023). La novela es narrada por una de las Indignas que atesta sus experiencias dentro y fuera de la Casa de la Hermandad Sagrada en un mundo post apocalíptico atravesado por devastadoras guerras por el agua. El análisis propuesto para esta ponencia se hace en tres momentos: la hoguera ayer y mañana que hace referencia a los nexos entre la novela en un futuro no tan lejano y el pasado de las mujeres. En este caso, se hace hincapié en el poder y control sobre los cuerpos femeninos como territorios colonizados (Cumes, 2018) tanto en nuestra historia, en nuestro presente y más aún, en el futuro de Las Indignas, cuando se quiebra el control y la explotación sobre la naturaleza. Al focalizar dicha territorialidad de los cuerpos en el presente, de esta forma, partimos de la premisa que la distopía funciona como una advertencia (Retamal, 2015) y crítica de las condiciones sociales y políticas (MacKay Demerjian, L., 2016). En primer lugar, a través de la narrativa testimonial que nos ofrece la protagonista, se visibilizan las vulneraciones a los derechos de las mujeres desde las analogías e imagología referente a la brujería y en particular, al epistemicidio y genocidio de mujeres durante el periodo de caza de brujas (Federici, 2004). Se ejemplifican estas violencias a través de escenas y descripciones de automutilaciones y mutilaciones a las Elegidas que condicen con los castigos corporales del Medioevo así como, a través de los discursos estereotipados de género. Asimismo, una vez encontrados los cimientos en el pasado que proyectan la distopía en el futuro, se rastrea cómo esas mismas mutilaciones se articulan en el presente, en este caso de carácter simbólico, y la consecuente perpetuación del flagelo a los cuerpos de las mujeres que, de esta manera, observan, de forma pasiva o no, sus cuerpos capitalizados como territorios de disputas.