En el castellano antiguo son abundantes los ejemplos de voces corradicales con y sin prefijo con equivalencia semántica, a ejemplo de asemejar/semejar, ajuntar/juntar, defalimiento/falimiento, endemoniado/demoniado, implicados en un proceso de variación o fluctuación prefijal (Rio-Torto; Lopes, 2019). Paralelamente, en la lengua actual, hay formas como agradecer, otrora no prefijadas (gradecer), así como lexías destituidas actualmente de partícula prefijal (a ejemplo de vedar), pero que la presentaban en sincronías pretéritas (devedar). Ambos procesos de pérdida o añadidura prefijales actúan involucrados en flujos complejos de variación y cambio, resultando comúnmente en el solapamiento de una de las voces en rivalidad morfológica, durante o tras el periodo medieval (Rio-Torto; Lopes, 2019). Con base en el análisis de los derivados compilados en el estudio doctoral de Lopes (2018) y al amparo de los aportes de la morfología descriptiva (Rio-Torto et al., 2016; Bosque; Demonte, 1999; Mattos e Silva, 2008; Hualde et al., 2010), de la morfología histórica (Rio-Torto, 1998; Viaro, 2010, 2009; Martín García; Varela, 2012; García Gallarín, 2018) y de la etimología (Corominas; Pascual, 1991; DLE/RAE/ASALE, 2014), se plantea un conjunto de reflexiones sobre la constitución y motivaciones de muestras documentadas de estos diferentes trayectos morfológicos en la formación de palabras con prefijos en el castellano antiguo, con la consideración de algunos factores relevantes, como los siguientes: la naturaleza formal y semántica del prefijo, en la matriz lexicogenésica latina y en romance, la estructura de la base léxica, además de ciertos elementos de naturaleza externa que pueden estar en la base de la coexistencia, durante varios siglos, de dos formas corradicales o de la pérdida de tal convivencia.