Desde los años 90, en el marco de las reformas educativas, se comenzaron a sentir con más fuerza en nuestro país ciertos requerimientos de formación específica para la enseñanza en las universidades. Estos requerimientos, podríamos decir, fueron impulsados en aquel momento por demandas exógenas a la docencia universitaria; un movimiento de similar cimbronazo ocurrió a raíz de la pandemia, pero en este caso, la demanda, si bien originada por el contexto, se tradujo en el orden de lo personal. Es decir, el contexto de enorme incertidumbre que trajo consigo la pandemia generó en los y las docentes universitarios una necesidad propia de formación pedagógica, suscitando una búsqueda por parte de los docentes universitarios de diferentes experiencias formativas del campo pedagógico, explorando las múltiples variantes en sus ofertas.
A las condiciones casi novedosas a atender para universidades tradicionales como la UNT, referidas al fenómeno de la masificación, de la cual puede derivarse la diversidad social y cultural de la población estudiantil, y un discurso potente sobre la educación superior como derecho (avalado y sostenido por normativas), se sumaron a partir del 2020 otros aspectos difíciles de omitir para el ejercicio de la docencia universitaria en tiempos de pospandemia. Al respecto, podrían señalarse tres grandes consideraciones: la incorporación de tecnologías digitales y emergentes (modelos híbridos de enseñanza que combinan clases presenciales y virtuales, el uso de la inteligencia artificial, etc.); enfoques centrados en el estudiantado (procesos de flexibilización curricular, estrategias de enseñanza y acompañamiento a las trayectorias estudiantiles, evaluación formativa, etc.); y una formación continua que incluya saberes vinculados a la democratización del nivel (inclusión, accesibilidad, salud mental, etc.)
El trabajo que aquí se presenta realiza un análisis cuantitativo y cualitativo de una dimensión de estudio de la docencia universitaria: la formación continua En el camino de explorar algunas características de cómo están siendo estos procesos formativos que tienen a la enseñanza como núcleo del trabajo docente, focalizamos el análisis en la Universidad Nacional de Tucumán en la propuesta de la Diplomatura de Posgrado "Prácticas de la Enseñanza en Educación Superior. Lo emergente como oportunidad" (período 2022-2023), oferta desarrollada por su Secretaría Académica como parte de la política institucional destinada a 400 docentes de la propia universidad. Nos interesa conocer por un lado la composición de la población docente que ha optado por cursar esta propuesta, según las categorías de género, franja etaria, cargo, dedicación, antigüedad en el cargo, unidad académica de procedencia y sus motivaciones en dicha elección. Y por otro, los sentidos que la universidad viene destinando al diseño de sus políticas institucionales académicas; entendiendo que en un análisis descriptivo de los datos podrán advertirse regularidades que darían cuenta algunos rasgos que estarían operando como alteraciones en las prácticas académicas de la docencia universitaria, como emergentes y demandas de la complejidad presente en el trabajo docente.